lunes, 18 de octubre de 2010

Ninguna guerra en nuestro nombre

Entre más pasa el tiempo, más triste y más violento… mi gente no se rinde, nunca espera en cobardía… ninguna guerra en mi nombre… en medio de balazos, yo me sobrevivo y escribo lo que vivo, una ciudad en pedazos.
batallones femeninos (hip-hop)

Kenya Bello

¿Hasta cuándo? Esa debe ser la pregunta que se hacen noche a noche los juarenses que logran burlar la muerte un día más. Son los que sobreviven y se han negado a huir al otro lado de la frontera. 10 mil huérfanos e igual número de comercios cerrados. Una ciudad en ruinas. El desempleo y la urgencia de la autodefensa son algunas de las sombras que oscurecen la vida de una población acosada tanto por las luchas entre narcotraficantes como por la corrupción y la inoperancia de los gobiernos estatal y federal. ¿Qué pasará en Baja California, Nuevo León, Sinaloa, Durango, Nayarit, Michoacán, Morelos? 28 mil muertos y contando. Nosotros hemos testimoniado más de un millar de muertes en tan sólo cinco semanas. La cifra se eleva ante nuestra impotente mirada, nuestra indignación crece. La violencia no para.
La sexta semana del conteo está aquí y con ella esta testigo que se interroga por los intereses políticos que alimentan dicha violencia. ¿Hasta dónde va a llevar el gobierno de Felipe Calderón su combate al narcotráfico? ¿Por qué, a pesar de que no fortalece las instituciones de seguridad, no disminuye el consumo de drogas, ni recupera los espacios públicos, insiste en seguir adelante? ¿Qué ganancias políticas saca de todo esto? ¿Qué perjuicios? ¿Cuáles son los nexos entre narcotráfico y política? ¿Cómo ha respondido la oposición? ¿Y los legisladores que han hecho?
En esta guerra no declarada, que deja a su paso muertos nn (no nombre), abundan las preguntas a las que debemos construir una respuesta. Esta realidad, con toda su crudeza, está cada vez más omnipresente en nuestras vidas, y sin embargo no terminamos de saber por qué demonios ocurre, hasta dónde va a llegar todo esto, qué secuelas nos dejará. Las cicatrices, cuando las haya, no se van a borrar así cómo así. ¿Qué pasará con esos niños huérfanos?¿Cómo darle de comer a la familia si no hay trabajo? ¿Cómo reactivar una economía local en ruinas? ¿Cómo pacificar un territorio en el que las armas circulan sin control?
Sabe esta testigo que, en parte, por eso está contando. Porque la mueve la necesidad de nombrar, de hacer inteligible lo que nos ocurre. Cada cuerpo inerte, cada persona en nuestro conteo es una historia de vida, la historia de un grupo familiar, es un miembro menos de nuestra sociedad. A ellos no vamos a dejar que los olviden. Se necesita más que este par de ojos para conocer los detalles de sus vidas. No obstante, las muertes ocurren en municipios gobernados, forzosamente, por alguna de las 3 fuerzas políticas que integran nuestro sistema de partidos, asediados por un determinado cártel y no por otro. Bien visto, esa violencia tiene contornos y ahí habría que empezar a cercarla, para entenderla
En Menos Días estamos construyendo memoria para defender nuestro presente. Estamos levantando del olvido estos cuerpos abandonados en las calles, dándoles sepultura y lamentando su ausencia. No nos resignamos a que ni uno solo de nosotros deba vivir entre balazos. Nos negamos a ver cómo desaparecen las ciudades y sus habitantes para que engorden las cuentas de banco de quienes capitalizan el negocio de las drogas, para que los políticos especulen con el miedo y la tragedia. Desde nuestro ahora decimos que estamos en contra. Nosotros no solapamos esta guerra. Esta testigo, por ahora, sólo tiene preguntas. Se permite pensar que la clave de las respuestas está en las preguntas.

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